La experiencia de Andy Remarais en el centro de clasificación YUL5 no puede entenderse sin mirar uno de los momentos más duros dentro de los almacenes de Amazon. Es el periodo del Black Friday. Durante esas semanas la presión se dispara. El volumen de paquetes se duplica. Los camiones entran y salen sin parar. Los trabajadores se convierten en herramientas forzadas a mantener un ritmo imposible que agota sus cuerpos.
Al principio Andy creyó que había entrado a una empresa moderna que respetaba a quienes trabajaban ahí. Pero la verdad apareció con el tiempo. En Amazon la palabra eficiencia significa algo muy diferente. Cuando se acerca el Black Friday esta palabra se vuelve más dura. Se reduce el número de personas en el piso mientras aumentan las tareas. La presión crece. Los cuerpos sufren. Las lesiones se vuelven frecuentes. Y aun así la empresa hace todo lo posible para impedir que los trabajadores lesionados reciban compensación.
El ambiente en esta época parece una emergencia silenciosa. Los trabajadores deben moverse a una velocidad extrema. Se les exige alcanzar números irreales. Cualquier desaceleración se considera una falta. Muchos se desploman por el cansancio. Las pausas se acortan. Los turnos se alargan. La gente regresa a casa sin poder levantar los brazos por el esfuerzo brutal.
Lo que Andy describe coincide con lo que viven miles de trabajadores en todo Quebec cada Black Friday. Es un modelo basado en la aceleración constante y en la idea de que el cuerpo humano es un recurso que se puede agotar. Cuando los trabajadores del centro DXT4 en Laval comenzaron a organizarse esta realidad se hizo aún más evidente. Amazon rechaza cualquier intento de organización colectiva porque sabe que esto limitaría su capacidad de empujar a la gente hacia el agotamiento total.
El cierre repentino de las operaciones de Amazon en Quebec a comienzos del año dos mil veinticinco fue la conclusión lógica de este modelo. En lugar de responder preguntas sobre las condiciones de trabajo durante los picos de actividad como el Black Friday o de reconocer las lesiones y el estrés la empresa abandonó a cuatro mil quinientas personas para evitar la posibilidad de sindicalización.
El testimonio de Andy se convierte así en una advertencia para toda la sociedad. Detrás de cada descuento del Black Friday hay un cuerpo agotado. Detrás de cada entrega en un día hay un trabajador que paga con su salud. Su mensaje es claro. El futuro del trabajo en Quebec depende de rechazar un sistema que destruye a los trabajadores año tras año.



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