El llamado del líder conservador Pierre Poilievre a imponer un “límite muy estricto” a la inmigración es engañoso y perjudicial. Culpar a los recién llegados por la escasez de vivienda y el desempleo juvenil es una distracción de los verdaderos culpables: décadas de políticas económicas neoliberales y un mercado de vivienda sin regulación, dominado por intereses especulativos.
La crisis no se debe a que haya demasiadas personas, sino a un sistema diseñado para beneficiar las ganancias, no a las personas.
Los trabajadores migrantes no causan la crisis de la vivienda – son algunas de sus principales víctimas.
Reducir la inmigración mientras se ignora la explotación sistémica de los trabajadores temporales solo profundiza la desigualdad.
Presentar a los migrantes como el problema divide a la clase trabajadora y protege a los verdaderos responsables.
En lugar de convertir a los migrantes en chivos expiatorios, debemos luchar por una mayor protección laboral, inversión pública masiva en vivienda y el reconocimiento del papel fundamental que desempeñan los migrantes en nuestra sociedad.
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